Qui prodest?

Israel ha perdido mucha, mucha credibilidad: la prensa internacional lo tiene en el punto de mira, y la israelí, que ayer mismo publicó un obituario por los niños palestinos muertos durante el último mes, también. En esta orgía de misilazos han destrozado escuelas y edificios de la ONU. Aproximadamente la mitad de los muertos son civiles. En un intento por dar una lección a Hamás, se les ha ido la mano y de paso se han demostrado a sí mismos que el conflicto no tiene solución militar. ¿Y ahora qué?

Los palestinos, los de a pie quiero decir, han perdido mucha, mucha sangre: centenares de niños y civiles muertos, infraestructuras y hospitales derrumbados. Ayuda humanitaria entrando a cuentagotas. Canales de suministro de agua y alimentos destruídos. Y, para rematarlo, la franja de Gaza vuelve a estar ocupada tres años después de haber sido liberada, y se verá en los próximos días qué decide hacer el gobierno israelí sobre esto.

Al-Fatah ha perdido mucho, mucho apoyo: la policía de la ANP ha impedido manifestaciones en Cisjordania y algunos palestinos los han apedreado. El doctor Abbas, uno de los pocos moderados partidarios de la vía diplomática y el diálogo con Israel, y su OLP, la organización terrorista más rica del mundo, se empequeñecen ahora políticamente ante el integrismo islamista.

Hamás ha ganado prestigio entre los palestinos, ha reforzado su imagen de mártires en lucha contra el opresor judío. El entierro de Said Siam ha sido seguido por varios centenares de palestinos. Las manifestaciones en occidente que antes eran “contra la guerra” ahora ya no son “por la paz” sino “contra Israel” y parece que la izquierda que las apoya se olvida del integrismo religioso que los gobierna (¿no éramos iconoclastas?). Irán parece que está enfadada, aunque ladra mucho y dice poco. Puede ser que Hamás consiga armamento capaz de llegar a Tel-Aviv pronto, si el acuerdo Egipto-EE.UU.-Israel no funciona, y en Tel-Aviv viven más de 3 millones de personas.

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